Comentario
Capítulo XVIII
De otras ciudades y villas deste Reino hasta la ciudad de Trujillo
Viniendo de la ciudad de Quito, que tenemos escrita, hacia la Ciudad de los Reyes, están, por la parte de la Sierra, la villa de Riobamba, veinte y cinco leguas de Quito, poblada de españoles; después, por el mismo camino, está la ciudad de Cuenca, la ciudad de Loja, fundada por el capitán Mercadillo, la ciudad de Zamora y las ricas minas de Garuma, la ciudad de Jaén y, en la provincia de los bracamoros, la ciudad de Santiago de las Montañas y Moyopampa, la ciudad de Chachapoyas y la villa de Cajarmarca, dicha Sant Antón, donde fue preso el Ynga Ata Hualpa, y se repartió aquel famosísimo rescate, nunca hasta hoy dado tal por ningún príncipe ni monarca del mundo. Todas estas ciudades y villas que he dicho, aunque tiene pocos moradores que las habiten, todavía están muy concertadas y dispuestas, y hay en sus distritos grandes crías de ganado de todas suertes y estancias, chácaras y sementeras de trigo, maíz, cebada y cualesquier granos y legumbres que fácilmente producen, y así son las comidas variadísimas, y los habitadores viven una vida quieta y sosegada, quitados de ruidos y disensiones, y, apartados y aun olvidados de los tráfagos y bullicios de las guerras.
En los llanos de la costa de la mar está la ciudad de Puerto Viejo, y luego Guayaquil, junto al famoso río que dijimos. Dónase y se cría la zarzaparrilla, y el agua del río es delgada y sabrosa, que hace los mismos efectos que la zarza a quien por algún tiempo la bebe. Junto a Guayaquil está la mentada isla de la Puná, que tiene doce leguas de boje, la cual, cuando los españoles la conquistaron, hervía de gente, que casi no cabía en ella; pero después ha venido a notable disminución, que hay el día de hoy muy pocos indios por justo castigo y permisión del cielo. Fue que Fray Vicente de Valverde, religioso del orden de predicadores, el que se halló con el Marqués Pizarro en Cajamarca, cuando la prisión de Ata Hualpa, habiendo ido a España y héchosele merced del obispado del Perú, todo con tan extendida jurisdicción que, si no es la del Pontífice Romano, no se sabe de otra que en aquel tiempo fuese mayor ni más alcanzase, y viniendo de Panamá para la Ciudad de los Reyes, pasó por esta isla de la Puná con poco acompañamiento y, los indios de ella, movidos con furor diabólico, le mataron haciéndole piezas, y después se lo comieron en diversos guisados y locros. Pero, como es un negocio que tiene Dios muy a su cargo el castigar a los que manos violentas ponen en sus sacerdotes y ministros, todos lo que en este abominable hecho se hallaron, murieron mala y desastrosamente, y se han ido los indios de aquella isla apocando, como vemos que ha sucedido siempre en el mundo, en los pueblos donde semejantes delitos se cometen. Hoy los religiosos de Nuestra Señora de la Merced tienen a su cargo la isla, y son curas y doctrinantes della y de las reliquias que han quedado.
Después está la ciudad de San Miguel de Piura, la primera y más antigua que en este Reino se fundó, y aún quizás hoy la más pequeña y de menos gente dél. El puerto de Paita está cerca, poblado de españoles, escala generalísima de todos lo navíos que vienen de Tierra Firme, México, Nicaragua y Guatemala, que la reconocen, y desde allí se meten a la mar para llegar a tomar el puerto del Callao, que es abundantísimo de pescado, especialmente tollos.
Corriendo la costa adelante, se topa con la Villa de Miraflores, del Valle de Saña, situada siete leguas de la mar, cuyo puerto se llama Cherrepe, algo trabajaso y bravo para la desembarcación. Esta villa es una de las más ricas y de más contratación que hay en el Reino, a causa que se crían en sus alrededores y estancias, y por los algarrobales de ella, más de doscientas mil cabezas de ganado cabrío, de que se hacen muchos millares de cordobanes y quintales de sebo. Muy mucho número de ingenios poblados de negros esclavos, donde se hace miel y azúcar, que todo se lleva en navíos a la Ciudad de los Reyes, y no hay año que no se carguen en su puerto más de diez o doce navíos, y así debe de valer lo que llevan sobre quinientos mil ducados. Hay hombres muy ricos y poderosos en ella, y es pueblo de muchos regalos por los dulces que cría y la sobra de mantenimientos. Es obispado, y hay vicario en ella y beneficiados y monasterios de religiosos, del orden de San Francisco, San Agustín y Nuestra Señora de las Mercedes, en cuya iglesia está una imagen que hace muchísimos milagros, y hay parroquias de indios.
Más adelante, veinte leguas, está un pueblo de indios, donde hay un monasterio de religiosos agustinos, y en él una devotísima imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, retrato de la que está en España, en Extremadura, y frecuentadísima de españoles e indios de la Sierra y de los Llanos, que acuden a esta misericordiosísima Señora al remedio de sus necesidades, trabajos y enfermedades, donde hallan consuelo los afligidos y salud los enfermos. Tienen allí los religiosos estudio ordinario de Gramática y, algunas veces, de Artes, y hay mucho número de religiosos que viven contentísimos en la quietud de aquel desierto.
Siete leguas corridas de la costa hacia la Ciudad de los Reyes, está la muy nombrada ciudad de Trujillo, fundada por Diego de Mora, un muy leal vasallo de su Majestad, como se refiere en la historia del Perú. Antiguamente tuvo esta ciudad por nombre Chimoca Capac, por haber sido su fundado de este nombre y haber los chimocacapas enseñoreádose della y de toda su comarca, y sido señores naturales della, hasta que los Yngas la conquistaron, y así los edificios della son obras destos y no de los yngas. Habrá más de cuarenta años que, en su comarca, se descubrieron tan ricas y soberbias huacas con entierros de oro y plata, vasijas y bebederos destos metales, que no se puede contar la multitud que fue, y así quedaron riquísimos y muy poderosos, los que las labraron, y aún hoy se tiene noticia de otras muchas, que los indios procuran encubrir a los españoles, instigados por el diablo a quien en extremo temen, diciendo que los matará, si descubren las huacas y entierros.
Hay en Trujillo muchos encomenderos y vecinos muy ricos en rentas y en haciendas y crías de ganados mayor y menor, y, sobre todo, famosos ingenios de azúcar, de que se sacan grades rentas, y es cierto que, si el puerto de esta ciudad que está dos leguas de ella, llamado Huanchaco, fuera seguro y fácil para embarcarse y salir a tierra, fuera Trujillo una de las más prósperas y opulentas ciudades del Reino. Pero acontece estar el puerto quince días, que no se puede navegar de tierra a los navíos, y, a esta ocasión los azucares y cargas del pueblo no se pueden llevar a la Ciudad de los Reyes, si no es por tierra y a gran costa, y así la villa de Saña ha ido creciendo y poblándose cada día más, y, Trujillo menguando. Está asentado en un llano, y es fertilísimo el terreno dél y, los mantenimientos se cogen en gran muchedumbre, y la gente de la ciudad muy cortesana y apacible. Hay en ella vicario, y los conventos de religiosos de todas las órdenes muy bien labrados y ricos de ornamentos y aderezos de plata y servidos con gran decencia, como gozaron del tiempo de las huacas, y de las riquezas y tesoros que dellas se sacaban.
Alrededor deste pueblo y su comarca, hay grandísimas poblaciones de indios yungas, aunque muchas despobladas por secreto juicio del cielo, que se van acabando visiblemente tanto, que refieren haber un pueblo desierto donde hubo noventa mil indios moradores. Siémbrase en todos estos llanos y costa infinito algodón, de que se visten los indios en general y, las indias, y se hace dello jarcias y velas de navíos, y es trato de mucho interés.
Diez y ocho leguas adelante de Trujillo, junto a la mar, está la villa de Santa María de la Parrilla, poblada de españoles con su puerto seguro, y muchos ingenios de azúcar alrededor. La villa de Guaura, dicha Nueva Carrión, poblada por orden del visorrey don Luis de Velasco, a diez y ocho leguas de Lima, de la cual se sacan cada año mucho navíos cargados de trigo para los Reyes, y toda la sal que se gasta en ella, y se lleva al Reino de Chile, y aún se podrá henchir, con la que se da y hay en el puerto, a toda España, Francia e Italia. A nueve leguas de los reyes, se ve la villa de Arnedo, en el valle de Chancay, rodeada de viñas, huertas y, chácaras de mucho regalo y temple sanísimo, donde se coge trigo que se lleva a los Reyes y todo lo recibe y gasta.